Si es que vos me comprendes, cerrá los ojos y lee mis labios.
Muchas veces la visión me engañó y ya no creo lo que ella me ofrece con sus dibujos y formas, fui más astuto al conocerte escuchándote, erizandome al rozar mi nariz en tu mejilla y para sólo después en silencio recordar el olor de tu piel. No me dejé llevar por el espacio de tu mirada, esquivé las brillantes luces marrones de tus ojos.
Sólo perdía la mirada en el cielo y ubicaba mi alma en el vacío que nos quedaba alrededor, entonces sólo sentía morirme en la degustación de los besos. Disfrutar el placer del suicidio y no la muerte.
Sin embargo, ciego en el horizonte temblaba con tu permanente alegría.. tapando con colores los resquicios de mi corazón, zumbando la almohada pregonándome un buen día.
Quizás el alcohol estuvo de mi lado aquella vez donde nuestras manos ardieron con el papel, era el sol sobre la lupa y mis cualidades secándose debajo de ella.
La presencia que no encontramos, los amantes que no soltamos. La incertidumbre de la edad, la inconstancia de las cosquillas. Algún momento abriré los ojos y voy a tener tu astucia enfermando cada sentido que controle tu estabilidad.
Vas a amar y me vas a encontrar mirándote a los ojos, sonriendo, escapando hacia el sol naciente para fundirme en el confín del alba.
Ciclotimia de no querer seguir recitando más palabras, chau.