martes, 28 de mayo de 2013

Luna Bizantina

Envuelto en ilusiones y sueños (como un regalo navideño), especulando de principio a fin. Busque miles de formas de llegar, sólo estabas vos guiándome en el camino, alertándome de los peligros, pero hasta vos temblabas ya que no sabes ni atarte los cordones.
Así comprendí que nadie con un buen pulso pudo ordenarte; sólo tus miedos, esos que te llevaron a aferrarte a personas farsantes.

No doy más, te sueño de día y de noche no duermo. Sí, lo admito, cuando vos dormís, yo te sueño.
No estoy acá para practicar sentimientos de odio, muchos entienden de lo lindo que es odiar, pero no puedo. No puedo ignorarte porque soy para cuidarte.
Sonreí porque existe un mundo sin espejos, donde tu cuerpo sea sólo visible a otros ojos, donde tus prejuicios no reboten en el cristal, donde te veas reflejada sólo en sonrisas.
Profanarte ese brillo es mi deseo, a través de tus ojos, esa rendija donde observo a escondidas tu alma.

Tengo un mundo esperando, lejos de éste tan cruel. Porque ya no tengo los pies sanos, los lastimé en otras aventuras, así que he decidido emprender este viaje. Ceder bajo la luna, nuestra luna, porque sé que ahí puedo encontrarte siempre, ahí no existe distancias entre los dos y es el único lugar donde encuentro grieta de tu sonrisa.

Dejo promesas en el camino, abandono felices domingos marcados en el calendario.
Meto mano al bolsillo, siento el frío caño apoderándose de mi sien.
Empiezo a toser palabras, mi única materia prima para producir un nuevo camino que me lleve a renacer.

No doy más, tengo poco alcance en mi telescopio y no llego a ver más allá.
Como buen Capitán nunca voy a abandonar mi barquito de papel, que se hunde en una alcantarilla.
Ese barquito hecho con las palabras que nunca te susurré.